PUERTO DE ORDUÑA (por Orduña)

El Puerto de Orduña se alza en un entorno espectacular donde se encuentran las montañas de Bizkaia y Álava, formando un paisaje abrupto, verde y profundamente característico del norte peninsular. La carretera asciende por un valle estrecho que pronto se abre hacia paredes calizas y prados altos, creando una mezcla de bosques, roca y laderas que suben en vertical hacia la meseta superior. El conjunto ofrece una sensación de montaña pura pese a su relativa cercanía a la costa, y combina belleza natural, tranquilidad y un marcado carácter histórico, ya que este paso ha sido durante siglos una vía de comunicación entre territorios. El paso ha sido un punto destacado en la historia de la Vuelta a España, donde ha aparecido en varias ediciones como puerto de paso o final en alto.
La vertiente que arranca en la localidad de Orduña es un trazado clásico de puerto norteño: arranca con suavidad dentro del pueblo, pero enseguida se retuerce y se estrecha al ingresar en la ladera. La carretera se inclina desde muy pronto, con una pendiente que se vuelve constante y exigente, obligando al ciclista a encontrar un ritmo estable. Curva tras curva, el ascenso mantiene una línea continua sin grandes descansos, combinando rectas sostenidas con varias herraduras que encadenan la subida de forma fluida. A mitad del recorrido, la montaña se abre y la carretera se eleva en largas diagonales que dejan ver el valle desde arriba. Hacia la parte final, el trazado se endurece antes de suavizar ligeramente al coronar sobre el altiplano alavés. Es una subida noble y regular, de carácter montañero, que no ofrece trampas, pero sí un esfuerzo acumulado muy notable.
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📊 Altimetría y características

Altitud máxima: 902 m

Distancia total: 8 km

Desnivel positivo: 606 m

Pendiente media: 7,6 %

Pendiente máxima: 13 % (varios tramos, especialmente en la parte final)

Superficie: asfalto en buen estado en general, con rugosidad típica de carretera de montaña pero sin baches relevantes. Rodamos por la A-2625

Tráfico: bajo, con vehículos puntuales en la parte baja y prácticamente nulo en la zona alta

Sombras: moderadas en la primera mitad gracias a la ladera arbolada; la parte final es más expuesta

Puntos de agua: en la localidad de Orduña antes de comenzar la ascensión (no hay fuentes en el puerto)

Fuente: altimetrias.net
Desde el inicio, rodando por la A-2625, la carretera tiende a ponerse seria muy pronto, algo que castiga especialmente a quienes llegan sin calentar o salen demasiado fuerte del pueblo.
Las rampas al 11–12 % aparecen de manera recurrente en los primeros kilómetros, lo que obliga a un pedaleo solvente y a mantener cadencias estables.
La zona central, entre los kilómetros 2 y 5, destaca por su continuidad: pocas variaciones y una pendiente que rara vez baja del 7 %, lo que contribuye al desgaste acumulado.
Las curvas de herradura permiten cambios rítmicos y pequeños alivios psicológicos, aunque no reducen significativamente la pendiente real.
A partir del quinto kilómetro el puerto se siente más alpino, con laderas abiertas y una mayor sensación de altura, lo que añade espectacularidad al esfuerzo.
El tramo más duro se concentra entre los kilómetros 6 y 7, donde la carretera encadena rampas al 12–13 % que pueden romper cualquier ritmo.
En otoño, el pavimento puede encontrarse húmedo o con hojas, lo que exige precaución y suavidad en la pedalada en los tramos más exigentes.
La llegada al altiplano, entrando en la provincia de Burgos, permite ver el tramo final desde lejos, lo que genera una motivación adicional al percibir que la pendiente se atenúa.
El último medio kilómetro es un regalo tras tanta exigencia: la pendiente cae a niveles asumibles, permitiendo coronar con dignidad incluso tras haber sufrido en los kilómetros previos.

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