El Col de l’Espinouse, con sus 1.116 metros de altitud, es uno de los pasos más representativos del macizo que lleva su nombre en el Languedoc francés. Su ascenso desde Poujouls-sur-Orb, con 21,8 kilómetros de recorrido, 944 metros de desnivel acumulado y una pendiente media del 4,3%, se caracteriza por ser un puerto largo, tendido y muy regular, en el que la gestión del esfuerzo es más importante que los picos de potencia.
La altimetría muestra una ascensión que encadena pequeños collados intermedios como el Col des Princes, el Col de Madale o el Col de l’Ourigas, lo que aporta una riqueza especial al trazado, ya que el ciclista tiene la sensación de ir encadenando metas parciales antes de alcanzar la cima definitiva. No es un puerto que intimide por sus rampas extremas, sino que pone a prueba la constancia, la cadencia y la capacidad de sostener un esfuerzo prolongado durante casi 22 kilómetros. El entorno, además, alterna bosques, laderas despejadas y pequeñas localidades que rompen la monotonía, lo que convierte este puerto en una experiencia completa tanto desde el punto de vista deportivo como paisajístico.
Ruta ciclista 17641247 - a través de bikemap.net
📊 Altimetría
- Distancia: 21,8 km
- Desnivel: 944 m
- Pendiente media: 4,3 %
- Rampas máximas: 9-10 % en los primeros kilómetros
- Orientación: el puerto asciende en dirección noreste, atravesando zonas de clima mediterráneo de interior, con veranos calurosos y paisajes de bosque mixto que ofrecen sombra parcial en buena parte del recorrido.
- Trazado: carretera estrecha y bien asfaltada, con tráfico muy escaso; el recorrido encadena collados intermedios (Col des Princes, Col de Madale, Col de l’Ourigas) que suavizan la dureza, antes de coronar el Col de l’Espinouse a 1.116 m. Se trata de un puerto largo, regular y muy constante, ideal para escaladores de resistencia. Rodamos por la D180.
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Fuente: cyclingcols |
Partimos desde la localidad de Poujouls-sur-Orb (172 m) con unas primeras rampas bastante exigentes, con un porcentaje inicial al 7-8% que sitúa al ciclista en el tono del ascenso desde el primer kilómetro.
Rodamos por una vía estrecha, boscosa y sinuosa en el inicio, con un enlazado continuo de curvas de herradura. La vía, aunque rugosa en su asfalto, se encuentra en perfecto estado.
El segundo kilómetro, en el desvío a Le Vernet, se mantiene la exigencia con un 7,4 % de media, mostrando que el puerto no concede respiro en sus primeras rampas.
Pasado el km 4, se alcanza uno de los tramos más duros, con una pendiente máxima breve, pero intensa sobre el 10%.
Tras este inicio intenso, la pendiente se suaviza progresivamente y se estabiliza en valores más llevaderos, en torno al 5-6 %, permitiendo encontrar cadencia.
El paso por Combes presenta un 6,4 %, constante y sostenido, en un entorno donde la vegetación se abre y el trazado mantiene su firmeza regular.
Algo más de un km después, coronamos el Col des Princes, el primero de los hitos intermedios con medias alrededor del 4% comentados. A unos 15 kms para coronar, aunque menos exigente, se prolonga el esfuerzo y recordando que la ascensión es larga.
A continuación, el Col de Madale suaviza aún más la pendiente, con valores cercanos al 3 %, funcionando como una especie de respiro en pleno puerto. Seguimos rodando por la D180.
La travesía hacia Rosis mantiene esa tónica de ligereza, con pendientes que no superan el 3 %, generando un tramo de transición muy agradecido.
Cerca del desvío a Douch, a 8,5 kms para coronar, se confirma esta fase intermedia con una media del 3,5 %, lo que ofrece la oportunidad de recuperar energías y preparar el terreno para los kilómetros finales.
La carretera atraviesa paisajes boscosos y tranquilos, reforzando la sensación de aislamiento y de ascensión sostenida en plena naturaleza, pero en esta fase el paisaje es intermitentemente más rocoso, mezclado con densos bosques de hayas.
El Col de l’Ourigas introduce un pequeño cambio de ritmo, con pendientes del 4 %, que reactivan las piernas y recuerdan que aún queda trabajo por delante.
El Pas de la Lauze mantiene ese mismo perfil, en torno al 4 %, lo que refuerza la regularidad global de la vertiente.A partir de aquí, el puerto comienza a perfilar su tramo final, con pendientes que rondan el 3 %, suaves pero acumulativas tras más de 18 kilómetros de esfuerzo.
El último tramo hasta coronar el Col de l’Espinouse se sitúa en torno al 3,5 %, una pendiente modesta que, sin embargo, se hace notar tras más de una hora de ascenso.
La cima, a 1.116 metros de altitud, recompensa con la sensación de haber encadenado varios collados dentro de un mismo trazado, un puerto de resistencia más que de explosividad, perfecto para entrenar la regularidad y disfrutar de un entorno natural y poco transitado.