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ASCENSO AL MONT SAINT-BAUDILLE

El Mont Saint-Baudille, con 848 metros de altitud, se alza al suroeste del macizo de la Sainte-Baume, dominando el valle del Hérault y la llanura de Saint-Guilhem-le-Désert. Esta corta, pero intensa ascensión es una de las más emblemáticas del sur del Languedoc por su espectacular vista y su carácter explosivo. El monte toma su nombre de San Baudilio, mártir de Nîmes, y alberga en su cima una antigua estación de telecomunicaciones que refuerza su perfil característico visible desde gran parte del valle.
El ascenso combina una primera parte suave con una segunda mitad muy dura, típica del relieve abrupto de la región: pendientes que se doblan sobre sí mismas, curvas cerradas y un firme rugoso que exige potencia y concentración. Desde lo alto, el panorama abarca el Pic Saint-Loup, el Larzac, el Mediterráneo en días despejados y los viñedos del Terrasses du Larzac, una de las denominaciones vitícolas más prestigiosas del Languedoc.

📊 Altimetría

  • Distancia: 3,3 km

  • Desnivel: 147 m

  • Pendiente media: 4,5 %

  • Rampas máximas: 12 %

  • Orientación: Suroeste, expuesta al sol y al viento del valle del Hérault.

  • Trazado: Carretera estrecha y rugosa, sin sombra, con fuerte pendiente en el tramo final.

Fuente: cyclingcols
Salida desde el cruce D9/D9E1d (695 m): comienzo suave, con asfalto irregular y una pendiente apenas perceptible que permite calentar bien las piernas antes del esfuerzo principal.
Primer kilómetro (0–1 km): tramo de falso llano y ligera bajada, donde la pendiente apenas supera el 1–2 %; el entorno es seco, con vegetación baja y suelo calcáreo.
Kilómetro 1–1,5: ligera ondulación del terreno con algún pequeño repecho del 5 %, preludio del cambio de ritmo que caracteriza la segunda parte del ascenso.
Transición hacia la pendiente real (1,5–2 km): la carretera empieza a elevarse con firme desigual y curvas más cerradas, el paisaje se abre y el viento puede hacerse notar.
Inicio del tramo exigente (2–2,5 km): las rampas alcanzan el 8–10 %, con sensación de escalada real; el trazado se vuelve más técnico y el entorno más árido.
Kilómetro 2,5–3 km: zona de máxima dureza, con pendientes sostenidas del 10–12 %; la carretera serpentea y exige un desarrollo corto y esfuerzo continuo.
Últimos 300 metros: el perfil se mantiene duro, con una última curva a derechas que conduce a la plataforma superior y al complejo de antenas, punto culminante a 842 m.
Panorámica final: recompensa visual sobresaliente; vistas de 360º sobre el valle del Hérault, el Pic Saint-Loup y el litoral mediterráneo, especialmente al atardecer.

ASCENSO AL PIC DE TANTAJO (por Bédarieux)

El Pic de Tantajo, con sus 481 metros de altitud, es una cumbre emblemática del Alto Languedoc que se eleva de forma abrupta sobre la localidad de Bédarieux, dominando el valle del Orb y las suaves colinas que lo rodean. A pesar de su modesta altura, su perfil escarpado y su ubicación estratégica lo convierten en un mirador natural excepcional, tanto geográfica como históricamente. Desde tiempos antiguos, el Pic de Tantajo ha sido un punto de referencia visual para viajeros y comerciantes que cruzaban la región, además de servir como puesto de vigilancia durante la Edad Media por su vista despejada sobre las rutas del valle.
Hoy en día, la subida desde Bédarieux es una de las ascensiones más cortas, pero intensas del macizo del Haut-Languedoc. El recorrido arranca en el entramado urbano de la ciudad con pendientes suaves, para luego internarse en un trazado serpenteante, estrecho y exigente, donde las rampas superan el 13 % y se alternan con breves descansos. Este contraste entre la suavidad inicial y la brutalidad final define su carácter: un muro corto, técnico y explosivo, muy apreciado por ciclistas locales y aficionados al esfuerzo intenso.

📊 Altimetría

  • Distancia: 4,3 km
  • Desnivel: 292 m
  • Pendiente media: 6,8 %
  • Rampas máximas: 16 %
  • Orientación: el ascenso se orienta principalmente hacia el norte y noroeste, con fuerte exposición al viento en la parte alta y escasa sombra.
  • Trazado: carretera estrecha, en buen estado y con 4 curvas de herradura; primeros dos kilómetros suaves, seguidos de un tramo final muy duro, con rampas continuas por encima del 10 %. Ideal para escaladores potentes y amantes de los esfuerzos explosivos.
Fuente: climbfinder.com

Salida en Bédarieux (198 m): la ascensión comienza de forma suave por las calles del pueblo, con rampas del 3–4 %, ideales para calentar antes del tramo exigente. La orientación es hacia el sur siguiendo la D909.
Km 1–1,6: ligera pendiente de hasta el 4 %, sin grandes dificultades; el entorno es urbano y el asfalto perfecto.
Km 1,6–2,4: el terreno cambia bruscamente y la carretera se empina hasta el 8–9 %, preludio de la parte más dura.
Km 2,4–3,2: el puerto se endurece notablemente con rampas del 12 %, entre bosque bajo y con magníficas vistas del valle del Orb. Dejamos atrás el túnel de la D909 para girar a la izquierda por una pista asfaltada.
Km 3,2–3,6: un pequeño descanso al 3 % permite recuperar el ritmo antes del muro final. El asfalto, en general, es muy estrecho y está en mal estado.
Km 3,6–4,2: tramo decisivo con pendientes del 13–15 %, en una sucesión de curvas de herradura estrechas que exigen fuerza y control.
Cima del Pic de Tantajo (481 m): el esfuerzo se ve recompensado con una panorámica de 360º sobre Bédarieux, las montañas del Espinouse y los relieves mediterráneos del Hérault.

COL DE L'ESPINOUSE (por Poujouls-sur-Orb)

El Col de l’Espinouse, con sus 1.116 metros de altitud, es uno de los pasos más representativos del macizo que lleva su nombre en el Languedoc francés. Su ascenso desde Poujouls-sur-Orb, con 21,8 kilómetros de recorrido, 944 metros de desnivel acumulado y una pendiente media del 4,3%, se caracteriza por ser un puerto largo, tendido y muy regular, en el que la gestión del esfuerzo es más importante que los picos de potencia. 
La altimetría muestra una ascensión que encadena pequeños collados intermedios como el Col des Princes, el Col de Madale o el Col de l’Ourigas, lo que aporta una riqueza especial al trazado, ya que el ciclista tiene la sensación de ir encadenando metas parciales antes de alcanzar la cima definitiva. No es un puerto que intimide por sus rampas extremas, sino que pone a prueba la constancia, la cadencia y la capacidad de sostener un esfuerzo prolongado durante casi 22 kilómetros. El entorno, además, alterna bosques, laderas despejadas y pequeñas localidades que rompen la monotonía, lo que convierte este puerto en una experiencia completa tanto desde el punto de vista deportivo como paisajístico.

📊 Altimetría

  • Distancia: 21,8 km
  • Desnivel: 944 m
  • Pendiente media: 4,3 %
  • Rampas máximas: 9-10 % en los primeros kilómetros
  • Orientación: el puerto asciende en dirección noreste, atravesando zonas de clima mediterráneo de interior, con veranos calurosos y paisajes de bosque mixto que ofrecen sombra parcial en buena parte del recorrido.
  • Trazado: carretera estrecha y bien asfaltada, con tráfico muy escaso; el recorrido encadena collados intermedios (Col des Princes, Col de Madale, Col de l’Ourigas) que suavizan la dureza, antes de coronar el Col de l’Espinouse a 1.116 m. Se trata de un puerto largo, regular y muy constante, ideal para escaladores de resistencia. Rodamos por la D180.
Fuente: cyclingcols
Partimos desde la localidad de Poujouls-sur-Orb (172 m) con unas primeras rampas bastante exigentes, con un porcentaje inicial al 7-8% que sitúa al ciclista en el tono del ascenso desde el primer kilómetro.
Rodamos por una vía estrecha, boscosa y sinuosa en el inicio, con un enlazado continuo de curvas de herradura. La vía, aunque rugosa en su asfalto, se encuentra en perfecto estado.
El segundo kilómetro, en el desvío a Le Vernet, se mantiene la exigencia con un 7,4 % de media, mostrando que el puerto no concede respiro en sus primeras rampas.
Pasado el km 4, se alcanza uno de los tramos más duros, con una pendiente máxima breve, pero intensa sobre el 10%.
Tras este inicio intenso, la pendiente se suaviza progresivamente y se estabiliza en valores más llevaderos, en torno al 5-6 %, permitiendo encontrar cadencia.
El paso por Combes presenta un 6,4 %, constante y sostenido, en un entorno donde la vegetación se abre y el trazado mantiene su firmeza regular.
Algo más de un km después, coronamos el Col des Princes,  el primero de los hitos intermedios con medias alrededor del 4% comentados. A unos 15 kms para coronar, aunque menos exigente, se prolonga el esfuerzo y recordando que la ascensión es larga.
A continuación, el Col de Madale suaviza aún más la pendiente, con valores cercanos al 3 %, funcionando como una especie de respiro en pleno puerto. Seguimos rodando por la D180.
La travesía hacia Rosis mantiene esa tónica de ligereza, con pendientes que no superan el 3 %, generando un tramo de transición muy agradecido.
Cerca del  desvío a Douch, a 8,5 kms para coronar, se confirma esta fase intermedia con una media del 3,5 %, lo que ofrece la oportunidad de recuperar energías y preparar el terreno para los kilómetros finales.
La carretera atraviesa paisajes boscosos y tranquilos, reforzando la sensación de aislamiento y de ascensión sostenida en plena naturaleza, pero en esta fase el paisaje es intermitentemente más rocoso, mezclado con densos bosques de hayas.
El Col de l’Ourigas introduce un pequeño cambio de ritmo, con pendientes del 4 %, que reactivan las piernas y recuerdan que aún queda trabajo por delante.
El Pas de la Lauze mantiene ese mismo perfil, en torno al 4 %, lo que refuerza la regularidad global de la vertiente.
A partir de aquí, el puerto comienza a perfilar su tramo final, con pendientes que rondan el 3 %, suaves pero acumulativas tras más de 18 kilómetros de esfuerzo.
El último tramo hasta coronar el Col de l’Espinouse se sitúa en torno al 3,5 %, una pendiente modesta que, sin embargo, se hace notar tras más de una hora de ascenso.
La cima, a 1.116 metros de altitud, recompensa con la sensación de haber encadenado varios collados dentro de un mismo trazado, un puerto de resistencia más que de explosividad, perfecto para entrenar la regularidad y disfrutar de un entorno natural y poco transitado.

ASCENSO AL MONT SAINT-CLAIR

El Mont Saint-Clair, situado en el corazón de Sète (Francia), es un ascenso tan breve como explosivo, con apenas 2,2 km de recorrido, pero con rampas que llegan al 15%. La subida está íntimamente ligada al santuario de Notre-Dame de la Salette, que corona la cima y se erige como un faro espiritual y arquitectónico, visible desde buena parte de la ciudad y de la costa.
Para el ciclista, el ascenso combina deporte, cultura y fe: pedalear hacia la ermita significa luchar contra un muro urbano exigente, sabiendo que en la cumbre espera un lugar de recogimiento y unas vistas privilegiadas sobre el Mediterráneo y la laguna de Thau.

📊 Altimetría

  • Distancia: 2,2 km
  • Desnivel: 174 m
  • Pendiente media: 8%
  • Rampas máximas: 18%
  • Orientación: subida hacia el suroeste, en plena exposición solar mediterránea, con calor intenso en verano y escasa vegetación protectora.
  • Trazado: urbano, sinuoso y con varios descansos falsos antes de las rampas más duras; firme en buen estado, pero con curvas cerradas que obligan a gestionar bien la inercia. Subimos por su vertiente este, en las inmediaciones del museo Paul Válery.
Fuente: climbfinder.com
El ascenso arranca con un tramo al 7% y 5% después de superar una primera curva de herradura, que permite entrar en calor, pero ya anticipa que no será un esfuerzo fácil. Pasamos de la calle Jean Vilar a la rue Chemin de Saint-Clair.
Un breve descanso al 1% suaviza la pendiente, aunque el ciclista debe mantener la tensión, porque pronto llegarán rampas mucho más duras.
Entre el kilómetro 1 y el 1,6 se concentran los muros más exigentes: pendientes del 12 al 16% que parten el ritmo y obligan a tirar de desarrollo corto.
El tramo final mantiene el pulso con varios sectores al 11% y máximas al 18%, larga recta que se convierte en un reto hasta la explanada del santuario. Pasamos junto a la histórica ciudadela.
La recompensa es doble: por un lado, la satisfacción de haber superado un “muro” urbano de gran dureza; por otro, el privilegio de contemplar desde Notre-Dame de la Salette la inmensidad del mar y la ciudad de Sète a los pies.
El santuario es la segunda capilla construida en honor a la Virgen de La Salette, la cual es famosa por la aparición que tuvo en los Alpes en 1846 y que es un ascenso interesante.

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