El ascenso al Portixol desde Aielo de Malferit se desarrolla en el interior de la provincia de Valencia, en una zona de transición entre la Vall d’Albaida y las primeras estribaciones montañosas que miran hacia el Comtat. Es un puerto largo, tendido y muy constante, que discurre entre campos de cultivo, pequeñas masías y laderas cada vez más abiertas conforme se gana altura. La sensación es de progresión continua hacia un entorno más solitario y elevado, lejos del tráfico y del bullicio de los valles.
Aunque no es un puerto habitual en el ciclismo profesional, el Portixol es muy apreciado por el cicloturismo por su regularidad y su longitud, ideal para trabajo de fondo. Es frecuente en rutas que enlazan la Vall d’Albaida con el interior alicantino, y también resulta atractivo para gravel y entrenamientos largos por su entorno tranquilo y su perfil poco agresivo pero persistente. También es posible su ascenso por Ontinyent y Vallada.
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📊 Altimetría y características
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Distancia aproximada: 11,6 km
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Desnivel cercano a los 500 m
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Pendiente media en torno al 4 %
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Altitud final cercana a los 780 m
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Subida muy regular, sin rampas extremas
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Buen firme durante todo el recorrido (vía CV-651)
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Tramos expuestos al viento en la parte alta
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| Fuente: altimetrias.net |
El arranque en Aielo de Malferit, partiendo de la CV-651, es suave y permite entrar en ritmo con facilidad, saliendo del casco urbano por una carretera amplia y bien asfaltada entre campos de cultivo.
Durante los primeros kilómetros la pendiente es moderada y constante, con largas rectas que permiten ver cómo se va abandonando el fondo del valle poco a poco.
La carretera discurre entre naranjos y pequeñas explotaciones agrícolas, con un paisaje muy abierto y sensación de amplitud visual.
A medida que se gana altura, el entorno se vuelve más rural y aparecen las primeras laderas cubiertas de pinar bajo y matorral mediterráneo.
El Port de Paller se alcanza sin brusquedades, con una pendiente sostenida que no llega a ser incómoda, pero que va sumando desgaste en las piernas.
Tras el collado aparece un tramo algo más irregular, con pequeños repechos que rompen el ritmo y obligan a gestionar bien el esfuerzo.
Cercanos al kilómetro 7, seguimos el desvío al Port de Portixol. El paso entra entonces en una zona más cerrada, donde la vegetación gana protagonismo y la carretera se encaja ligeramente en la ladera.
En la parte central se localizan las pendientes más serias del ascenso, rondando el 6–7 %, sin rampas explosivas pero claramente más exigentes.
Superado este bloque, el puerto concede un breve alivio con una pendiente más suave que permite recuperar antes del tramo final.
La carretera vuelve a abrirse y aparecen vistas más amplias del entorno montañoso, con sensación clara de estar ganando altitud.
El asfalto se mantiene en buen estado, aunque la vía es estrecha y muy tranquila, ideal para una subida sin tráfico.
En los últimos kilómetros la pendiente vuelve a estabilizarse, sin sobresaltos, pero con la fatiga acumulada haciendo acto de presencia.
Coronamos el paso de Portixol a una altura de 776 metros, con bonitas vistas del valle y un último km con una media entre el 5-6%.

