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ALTO DE SAN MIGUEL DE ARALAR – ARTXUETA (por Uharte-Arakil)

El ascenso a San Miguel de Aralar es uno de los puertos más míticos, temidos y espectaculares de Navarra. La carretera se encarama directamente hacia la sierra por una ladera muy expuesta, con rampas durísimas, paisajes abiertos y un trazado que no concede descanso. A partir del santuario, la subida continúa aún más feroz hacia Artxueta, coronando en un entorno de montaña pura, panorámicas amplísimas y ambiente casi pirenaico pese a su cercanía al valle.
San Miguel de Aralar es un puerto profundamente ligado al ciclismo vasco-navarro y una referencia en pruebas amateur, marchas cicloturistas y desafíos personales. Aunque la Vuelta a España ha utilizado más la vertiente de Lekunberri hacia el santuario, la subida completa hacia Artxueta ha sido históricamente considerada demasiado extrema para competición profesional: rampas constantes del 12–17 %, asfalto duro y una dificultad acumulada que supera a muchos puertos de categoría especial. Aun así, su aura de puerto “legendario” está completamente asentada en la cultura ciclista local.
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Altimetría y características

Datos del ascenso según altimetría:

  • Salida: Uharte-Arakil (464 m)

  • Cima: Artxueta (1.340 m)

  • Desnivel: 875 m

  • Distancia: 10,85 km

  • Pendiente media: 8 %

  • Coeficiente APM: 221 → puerto de altísima dificultad

Características destacadas

  • Primer bloque con rampas casi constantes del 12–14 %.

  • Tramo intermedio ligeramente más asequible (6–7 %) pero sin descansos reales.

  • Desde el km 7 vuelve la dureza extrema, con paredes del 13–17 %.

  • Carretera estrecha, rugosa y muy exigente físicamente. Pasamos de la NA-2410 al desvío, pasada la localidad de Uharte-Arakil.

  • Paisaje que se abre progresivamente, con vistas espectaculares del valle.

  • Final demoledor camino de Artxueta, al nivel de los grandes puertos “tipo muro” del norte peninsular.

Fuente: altimetrias.net
La subida pasado Uharte-Arakil sin contemplaciones, con un 9–10 % inmediato que obliga a poner desarrollo desde el primer metro y marca el carácter salvaje del puerto.
El trazado es cimentado, estrecho y la carretera se empina entre caseríos, con varias rampas del 12–13 % que hacen la primera selección incluso en ciclistas entrenados. Como vemos en el cartel, está prohibido el paso a bicicletas.
Tras este inicio explosivo llega el único alivio real del puerto, un kilómetro al 5–6 % que permite estabilizar pulsaciones antes de entrar en la zona crítica.
La pendiente vuelve a elevarse por encima del 9 %, con rectas durísimas donde la sensación de estar escalando una pared se vuelve evidente.
La carretera comienza a serpentear ligeramente, aunque las curvas no suavizan la pendiente, que encadena dobles dígitos de manera incesante.
El entorno se transforma en un paisaje más abierto, con el valle extendiéndose a la espalda, mientras el firme rugoso amplifica la dureza de cada pedalada.
El viento empieza a entrar en juego en esta zona intermedia, donde el 7 % constante no engaña: se trata de un falso descanso antes del infierno superior.
Al acercarse al santuario, la carretera vuelve a cifras de dos dígitos y aparecen rampas del 11–12 % que castigan especialmente después del desgaste acumulado. La vía se estrecha en un pequeño hayedo.
El santuario de San Miguel se alcanza tras un km muy exigente, punto emblemático que muchos consideran la “cima moral” del puerto, aunque aún queda lo peor. Enlazamos con la vertiente por Lekunberri (NA-7510).
Tras bordear el santuario, la carretera se estrecha aún más y entra en un tramo alpino, con vistas espectaculares y pendiente creciente. El asfalto se encuentra al escalar Artxueta en mal estado.
El 9–10 % constante del km siguiente se siente eterno, con una zona serpenteante donde se aprecia la antena de Artxueta recortada en el horizonte.
La vegetación desaparece casi completamente y la subida se vuelve expuesta, sin sombras, con ambiente mucho más montañoso que en los primeros kilómetros.
Las rampas del 13 % se suceden sin interrupción, obligando a bailar sobre la bicicleta mientras el puerto muestra su versión más cruel.
La carretera se retuerce de manera abrupta, mezclando curvas cortas con paredes casi verticales, algunas cercanas al 15 %.
El final se presenta como un tramo infernal de 16–17 %, completamente desnudo y dominante sobre el valle, una auténtica prueba de fuerza y técnica.
La llegada a Artxueta, a 1.340 m, ofrece una de las panorámicas más amplias de Navarra: la recompensa perfecta tras uno de los ascensos más duros, icónicos y emocionantes de todo el norte peninsular.

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