El ascenso a Bielerhöhe es uno de los grandes pasos alpinos de Austria, situado a más de 2.000 metros de altitud en el corazón del macizo de Silvretta, en la frontera natural entre Tirol y Vorarlberg. El puerto culmina junto al lago artificial de Silvretta-Stausee, un entorno de alta montaña espectacular, dominado por glaciares, picos afilados y amplios valles alpinos. La carretera que lo atraviesa, la mítica Silvretta-Hochalpenstrasse, es una de las rutas panorámicas más bellas de Europa.
Asimismo, es un destino de referencia para cicloturistas de fondo, amantes de los grandes puertos largos y sostenidos. Aunque no es habitual en grandes vueltas, su prestigio es enorme en marchas cicloturistas alpinas y rutas de varios días. Turísticamente, combina ciclismo, senderismo y paisaje de alta montaña, con servicios bien integrados y un entorno muy cuidado, lo que la convierte en una subida icónica tanto para pedalear como para disfrutar del viaje, dado que su dureza es moderada.
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📊 Altimetría y características
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Distancia: ~48,7 km
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Desnivel positivo: ~1.400 m
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Altitud inicial: ~786 m (Landeck)
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Altitud final: ~2.032 m
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Pendiente media global: ~2,6 %
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Pendiente media en el tramo final: ~8–9 %
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Pendiente máxima puntual: hasta el 12 %
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Tipo de ascensión: muy larga, progresiva y acumulativa
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Estado del firme: excelente en toda la Silvretta-Hochalpenstrasse
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Carretera: ancha, bien señalizada, curvas amplias. Vía de peaje para vehículos a motor
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Exposición: alta en la parte final, clima cambiante
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Dificultad: alta por longitud y final exigente
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| Fuente: cyclingcols |
La salida desde Landeck (vía 171 a 188) es un poco engañosa, con una pendiente muy suave que permite calentar piernas mientras se avanza por el fondo del valle, todavía lejos de la alta montaña.
Los primeros kilómetros discurren de forma casi llana, con ligeros repechos que apenas se notan, ideales para rodar en grupo y mantener un ritmo constante sin apenas desgaste.
A medida que se gana altura, la carretera empieza a ondular suavemente, alternando falsos llanos con pequeñas rampas que van acumulando desnivel sin que el ciclista sea del todo consciente. En esta fase inicial suele haber bastante tráfico.
El paisaje se abre progresivamente, con prados alpinos y pueblos dispersos, mientras la pendiente sigue siendo muy contenida y agradecida.
En la zona intermedia aparece una subida más continua, todavía cómoda, que ya obliga a un pedaleo más constante y a empezar a gestionar el esfuerzo a largo plazo.
La carretera mantiene siempre una anchura generosa y un asfalto perfecto, lo que invita a mantener cadencia y evita tensiones innecesarias. Pasamos por varios túneles, todos ellos perfectamente señalizados e iluminados.
A mitad de ascensión, la sensación es más de ruta alpina que de puerto clásico, con kilómetros que pasan sin grandes sobresaltos pero con desgaste acumulado.
Poco a poco, el valle se estrecha y el entorno se vuelve más montañoso, anunciando que la parte realmente seria del ascenso se acerca.
Al superar la zona de Wirl y Galtür, la pendiente empieza a estabilizarse claramente por encima del 5 %, marcando el inicio del puerto en sentido estricto.
La carretera gana altura con mayor decisión, las curvas se suceden y el paisaje ya es plenamente alpino, con paredes rocosas y cumbres cercanas.
En este tramo la subida es constante, sin descansos reales, ideal para escaladores de ritmo, pero exigente para quien haya gastado fuerzas antes.
La altitud comienza a notarse y el clima puede cambiar rápidamente, con viento o temperaturas más bajas incluso en verano. A unos 7 kms para coronar pasamos por el peaje para vehículos a motor.
A falta de pocos kilómetros, la pendiente se endurece de forma clara, entrando en el tramo final de la Silvretta-Hochalpenstrasse. La vía queda prácticamente desierta de vehículos.
Las rampas alcanzan valores del 8–10 %, con alguna punta superior, convirtiendo el final en un verdadero puerto alpino. La vía divide diferentes lagos alpinos. El lugar es espectacular.
Las curvas de herradura aportan espectacularidad visual, pero no ofrecen grandes descansos, manteniendo la exigencia física. El final del paso es, sin duda, exigente.
El lago de Silvretta empieza a intuirse, aunque todavía queda trabajo por delante para alcanzarlo. Después de una larga recta dejando atrás los pequeños lagos, afrontamos las últimas y generosas curvas finales.
El esfuerzo se vuelve sostenido y mental, con un entorno cada vez más abierto y expuesto, típico de la alta montaña, donde perjudica bastante el viento. Pasamos de medias del 4-5% a un final alrededor del 9-10% de media.
En los últimos kilómetros, la pendiente se mantiene firme, obligando a una gestión cuidadosa del desarrollo y la cadencia. Las cotas máximas llegan al 12% al pasar por las últimas curvas.
La llegada al lago y al collado es impresionante, con un paisaje amplio, mineral y de auténtica alta montaña alpina una vez superada la diga del lago artificial. Al fondo, resquicios de un glaciar menguante.
Coronar Bielerhöhe (2037 metros) supone completar una ascensión de fondo, más marcada por la longitud y la acumulación de desnivel que por la dureza extrema, pero inolvidable por su entorno y continuidad.



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