El Passo Duran, situado en el corazón de los Dolomitas, es uno de esos puertos que, sin alcanzar grandes altitudes, se ha ganado un lugar de respeto entre los ciclistas por su dureza, su trazado compacto y su entorno agreste. Une la localidad de Dont, en el Val di Zoldo, con Agordo, atravesando un paso estrecho y montañoso dominado por las imponentes paredes del Monte Moiazza y el San Sebastiano, que le dan su carácter escénico y salvaje. A su paso se encuentran bosques espesos, laderas empinadas y algunos refugios alpinos que ofrecen un respiro ante la rudeza del trazado. Es una ascensión que no engaña: corta pero exigente, directa y sin concesiones. El Giro de Italia ha pasado en varias ocasiones por este coloso, utilizándolo como puerto de paso en etapas dolomíticas de gran fondo, donde ha cumplido siempre un papel determinante por su dureza acumulada y la fatiga que impone a los corredores.
El ascenso desde Dont, en la vertiente norte, es más corto que el de Agordo pero mucho más agresivo. En apenas 8,3 kms se supera un desnivel de 665 metros, lo que da una pendiente media del 8%, pero con tramos que superan ampliamente los dos dígitos. El inicio ya marca el tono con pendientes al 10-12%, y esa dureza se mantiene de forma sostenida hasta el último km. Este puerto no da tregua: es un desafío a la constancia y la fortaleza mental, con cambios constantes de ritmo, curvas cerradas y una sensación de encierro en medio del bosque que agudiza la percepción del esfuerzo. Los tramos más duros aparecen entre el km 4 y el 6, donde la pendiente oscila entre el 10 y el 12%, y donde el terreno se vuelve aún más físico. Al acercarse al Rifugio San Sebastiano, la carretera se suaviza levemente, permitiendo recuperar algo de ritmo antes de alcanzar la cima, situada a 1605 metros de altitud. Una subida que no regala nada, ideal para quien busca un reto puro en los Dolomitas.
La altimetría del Passo Duran desde Dont refleja un perfil constante y desafiante: 8,3 km de escalada al 8% de media, con un desnivel acumulado de 669 m. La subida es prácticamente un muro continuo, con varios kilómetros por encima del 10% y una concentración de dureza en la parte central. No hay tramos llanos, falsos llanos ni descansos visibles. Es una subida de potencia, cadencia corta y ritmo de escalador puro, que exige una buena gestión del esfuerzo desde el primer kilómetro. El coeficiente de dificultad es elevado debido a la constancia del desnivel y al hecho de que las rampas más duras se encuentran bien entrado el esfuerzo. Una ascensión para escaladores de verdad como su vertiente por La Valle Agordina.
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Fuente: cyclingcols |
La subida comienza con una clara advertencia: pendientes del 11-13% desde el primer metro, sin piedad. Pasamos de la SP251 a la estrecha y angosta SP347 con una orientación hacia el suroeste.
El entorno es boscoso y cerrado, aumentando la sensación de esfuerzo y aislamiento. Después de la rampa muy dura inicial, el primer km y medio tiene una media del 11%.
La pendiente disminuye ligeramente al llegar al desvío de la pequeña población de Foppa, pero aún tendremos rampas alrededor del 9%, con un trazado rectilíneo y exigente.
Pasamos por varias localidades con desniveles algo irregulares hasta llegar a Cordelle, marca el inicio del sector muy duro: una rampa sin tregua entre el 10 y el 13%.
Pasadas las localidades de Gavaz y Chiesa, cambia bastante el entorno. Dejamos atrás los pequeños núcleos urbanos y entramos en una zona boscosa que nos acompañará hasta la cima.
Pasamos a la ladera opuesta después de pasar por una gran torrontera proveniente del torrente Moiazza, que emana del gran macizo dolomítico.
Los porcentajes de estos últimos 4 kms son muy exigentes, con rampas sostenidas entre el 9 y 10% de media y máximas que llegan al 12%.
También es la zona más angosta: pasaremos por dos marcadas curvas de herradura, con un asfalto algo irregular en algunos tramos.
A aproximadamente 2,5 kms para coronar, pasamos por otra de las rampas a destacar: algo más de medio km entre el 11-12%.
En los últimos 1,5 km, el perfil cae al 8% y después al 5%, permitiendo algo de recuperación. A estas alturas, cualquier pendiente inferior al 10% se siente como un regalo. Asimismo, el entorno se abre y anuncia la llegada inminente al refugio.
El Rifugio San Sebastiano aparece como un faro en medio del esfuerzo, preludio de la cima. La carretera suaviza al 4 %, permitiendo sentarse y disfrutar del final. El silencio y la altitud acompañan el último aliento del ascenso. Coronamos a una altura de 1605 metros.
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