PASSO TRE CROCI (por Cortina d'Ampezzo)

El Passo Tre Croci, enclavado en pleno corazón de los Dolomitas, es uno de esos puertos que combina lo escénico con la historia ciclista. Su nombre proviene de las tres cruces situadas en la cima, en memoria de una tragedia local, y conecta Cortina d’Ampezzo con la zona del Lago di Misurina y las Tre Cime di Lavaredo, convirtiéndose en paso obligado para quienes buscan adentrarse en una de las regiones más fotogénicas de los Alpes italianos. 
Aunque su altitud no es extrema —1.805 metros— ni su longitud especialmente intimidante, su perfil esconde una exigencia constante, ideal para castigar las piernas en una jornada de fondo. El Giro de Italia ha coronado en varias ocasiones este puerto como tránsito hacia colosos mayores, y ha sido testigo silencioso de escapadas valientes y selecciones tempranas entre los favoritos. Su carretera, siempre en buen estado y rodeada de pinos, ofrece un ascenso tan bello como constante, con panorámicas que recuerdan por qué los Dolomitas son patrimonio de la humanidad.
El ascenso al Passo Tre Croci por su vertiente oeste comienza directamente desde el centro de Cortina d’Ampezzo, a 1227 metros de altitud. Son 7,9 km hasta la cima, remontando 578 metros de desnivel a una pendiente media del 7,3%. La subida no presenta descansos: se trata de una pendiente sostenida, que rara vez baja del 6% y alcanza picos breves del 11-12 %, especialmente en los primeros 3 kms. El puerto gana en belleza conforme se asciende, con el Lago Scin y los paredones del Monte Cristallo acompañando la ruta. . La cima, rodeada de árboles y con vistas a los valles dolomíticos, premia el esfuerzo con una estampa de postal. Su vertiente opuesta, desde el lago de Misurina, es mucho más corta e irregular, con unos 5 kms aproximadamente a partir del cruce de la vertiente de Auronzo.
Fuente: cyclingcols
El ascenso arranca desde las calles de Cortina d’Ampezzo por la SR48, con una pendiente del 8% desde el primer metro. En este sentido no hay preámbulos: la carretera se inclina de inmediato, dejando atrás la ciudad. El tránsito urbano da paso rápido a la vegetación alpina.
A medida que se sale del núcleo urbano, la pendiente se mantiene constante en torno al 7%. La carretera serpentea de forma suave, permitiendo establecer un ritmo. La vía es ancha y suele estar saturada de vehículos a motor.
El paso por Alverà coincide con el aumento de la pendiente al 9-10% y se mantiene así aproximadamente un km. Las máximas, breves, en este tramo, llegan al 11-12%.
Dejamos a la izquierda el desvío a Staulìn, con la dinámica exigente que hemos comentado. Sin duda, este tramo marca el cambio de ritmo más acusado de la subida.
Cerca del Lago Scin, la pendiente baja ligeramente al 6%, aunque la fatiga ya empieza a acumularse. Este punto ofrece una pausa visual con un entorno más abierto. La belleza natural acompaña el avance sin ocultar la dureza constante.
Pasado el lago, el perfil sube de nuevo al 8%, pasando por largas rectas que mentalmente pueden pesar. La sensación de no avanzar es común en esta sección sostenida. El asfalto en buen estado permite al menos una buena tracción.
Cerca del cruce a Bivio de Lareto, la pendiente se estabiliza en torno al 6%, en un falso llano encubierto. Este breve alivio sirve para reorganizar el ritmo antes del tramo final. La cima ya está más cerca, aunque aún quedan metros de lucha.
A la altura del Río Gere y la zona de remontadores, la pendiente se suaviza de nuevo, en una curva amplia y bien asfaltada.
El penúltimo km vuelve al 7-8%, con sensación de acumulación de fatiga. Ya no quedan sorpresas, solo la necesidad de mantener la inercia. La vegetación se abre levemente anunciando la cercanía del final.
El último esfuerzo tan solo tiene un 4-5%, ya en la zona más alta del puerto y normalmente saturado de coches aparcados.
Coronamos el paso a una altura de 1805 metros, entre hoteles, albergues y el movimiento constante de individuos que inician allí diferentes pareadas en un entorno extraordinario.

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