ASCENSO A PIANI DI PEZZÈ (por Alleghe)

Piani di Pezzè es una amplia terraza natural situada a unos 1450 metros de altitud en el corazón de los Dolomitas, justo encima del lago de Alleghe y al pie del majestuoso Monte Civetta. Rodeado de bosques de abetos y praderas alpinas, este enclave es una de las principales puertas de entrada al dominio esquiable del Civetta, pero también un apreciado destino veraniego para senderistas, familias y cicloturistas. Su acceso mediante teleférico o carretera lo convierte en un balcón panorámico natural, con infraestructuras modernas integradas en un entorno de alta montaña. 
El ascenso desde la pintoresca localidad de Alleghe es una ruta corta, pero intensa, enclavada en el corazón de los Dolomitas italianos. Este recorrido de apenas 5,2 km se convierte rápidamente en un reto para los cicloturistas por su pendiente constante y su perfil agresivo. Desde los primeros metros, la carretera se interna en un entorno alpino entre frondosos bosques, con vistas ocasionales al lago y al Civetta, creando un ambiente ideal para los amantes de la montaña.
Desde su inicio en Alleghe, la carretera se empina de forma progresiva y no ofrece prácticamente descansos, obligando al ciclista a mantenerse en esfuerzo continuo. El desnivel total a superar es de 485 metros en solo 5,2 km, lo que da una idea de su carácter explosivo. El porcentaje medio es del 9,1%.
Fuente: cyclingcols
La carretera comienza por la vía SP203, con una orientación hacia el este, y se convierte rápidamente en una vía secundaria más estrecha, más inclinada y claramente más montañosa. Los primeros metros ofrecen una ligera transición, pero en seguida la pendiente se estabiliza en valores cercanos al 9 o 10 %, especialmente desde Cordella hasta Pradel di Sopra. 
El primer km ya tiene rampas que se aproximan al 9%, lo que marca desde el principio la dureza real de esta escalada que no da margen a especular. Al fondo dejamos la localidad de Alleghe y su bonito lago.
A la altura de Cordella el trazado se endurece de forma visible y las rampas comienzan a sostenerse por encima del 10 %, exigiendo una cadencia constante y controlada.
El trazado mantiene una clara orientación noroeste, lo que garantiza sombra en buena parte del recorrido y condiciones térmicas más favorables para el esfuerzo en verano.
En Coldemies, el asfalto se inclina de golpe y las cifras del perfil lo confirman: hasta un 12% en tramos continuados que rompen el ritmo y obligan a exprimirse.
Este sector intermedio, que ocupa el grueso de la ascensión, es también el más exigente, con picos que alcanzan el 13 y hasta el 14%
El paso por Pradel di Sopra es uno de los puntos clave del puerto, donde se encadenan rampas al 11, 12 y hasta 13%, convirtiendo este tramo en el más duro del ascenso.
Entre los kilómetros 2,5 y 3,5 se sitúa el segmento más explosivo de todo el perfil, con varios tramos consecutivos al 13 y 14 % que marcan el punto de máxima exigencia. A medida que se gana altitud, el bosque comienza a abrirse por momentos, permitiendo vistas espectaculares hacia el lago de Alleghe y las crestas del Civetta.

Ya en el tramo de Coi, el puerto ofrece un breve respiro con pendientes algo más suaves, aunque el esfuerzo acumulado hace que el tramo final siga siendo desafiante.
En los últimos 500 metros, ya llegando a Coi y al área del funicular, la pendiente desciende ligeramente hasta el 4 o 5 %, permitiendo una llegada algo más relajada.
Los últimos metros son en ligero descenso y sin asfalto, Tendremos que superar el largo aparcamiento para llegar a las instalaciones de ocio y recreo del lugar.
Sin duda, el ascenso a Piani di Pezzè es una meta breve pero exigente, con todo el sabor del ciclismo alpino, condensado en poco más de cinco kilómetros cargados de intensidad. Coronamos a 1450 m.
También puede ser el complemento de rutas por la zona, ya que muy cerca está el passo Fedaia o el ascenso a Falzarego-Valparola.

PASSO DI CAMPO CARLO MAGNO (por Pinzolo)

El Passo di Carlo Magno, a 1.681 metros de altitud, se alza como un paso estratégico y panorámico en el corazón del Trentino, uniendo el Val Rendena con el Val di Sole, y separando las cuencas del río Sarca y del río Noce. Rodeado por el Parco Naturale Adamello-Brenta, este paso de montaña no destaca por su dureza extrema, pero sí por su constancia, belleza paisajística y valor histórico. Desde su cima se abren amplias vistas hacia los Dolomitas de Brenta, especialmente en dirección sur, coronadas por bosques de coníferas, pastizales alpinos y la reconocida estación de esquí de Madonna di Campigglio.
El puerto es conocido por su papel en el ciclismo profesional, especialmente en el Giro de Italia, como parte del acceso hacia Madonna di Campiglio, que ha sido final de etapa en varias ocasiones. Aunque el paso no siempre se categoriza como puerto puntuable, forma parte esencial del tejido montañoso de algunas etapas reinas.
La vertiente más conocida y frecuentada es la que parte desde Pinzolo, al sur, siguiendo la SS239 a lo largo de 16 km y un desnivel acumulado cercano a los 900 metros. El perfil es constante, con pendientes medias del 5,7%, sin rampas extremas pero sí tramos sostenidos entre el 6 y el 7,5%, especialmente en la zona intermedia. El ascenso atraviesa poblaciones como Carisolo, Sant’Antonio di Mavignola y culmina con el paso por Madonna di Campigglio, una localidad clave tanto turística como ciclista, donde se recomienda evitar el túnel moderno y tomar la antigua carretera, más estrecha y con un carácter más auténtico. El paisaje alterna bosques espesos, aperturas panorámicas y zonas rurales bien conservadas. Por el norte, el paso se asciende desde Dimaro, en el Val di Sole, con un perfil más corto y más empinado. En apenas 9 km se ganan cerca de 600 m de desnivel, con rampas frecuentes del 7-8%, especialmente en la primera mitad.
Fuente: cyclingcols
Desde Pinzolo, la SS239 asciende de forma regular, con pendiente moderada desde el inicio, entre el 3-4%. Asimismo, la carretera es ancha, de orientación norte, bastante sombría y buen asfalto en general.
Al poco de salir, nos encontramos con el cruce hacia Val Genova, uno de los valles más salvajes del Brenta, una desviación escénica, ideal para quienes buscan rutas más tranquilas y sin tráfico.
Cruzamos Carisolo entre casas de piedra, con pendientes del 5-6% constantes y en aumento, la vegetación es espesa y el rumor del río Sarca acompaña durante varios kms.
La carretera sube firme, recta y sin cambios de ritmo bruscos y se estabiliza en un 6-7%, flanqueada por coníferas, el tráfico es ligero aunque constante, especialmente en épocas turísticas.
Al alcanzar Sant’Antonio di Mavignola a 1.122 metros, la pendiente se endurece brevemente, allí se alcanza el 7,5% en uno de los tramos más exigentes de todo el ascenso.
Entre los kilómetros 10 al 6 para coronar, el trazado es muy uniforme, sin pausas ni descansos, es la parte más sostenida, ideal para pedalear a ritmo continuo y sin sobresaltos. El trazado tiene varias curvas de herradura, todas ellas anchas.
A mitad de puerto se perciben las primeras vistas hacia las cimas del Brenta, en paralelo, pequeños desvíos conducen a praderas alpinas y rutas como Val Nambino.
Los últimos 5 kms son más suaves y sobre todo más irregulares. Las medias oscilan entre el 3-6%, con una rampa que llega al 9% al salir de Madonna.
A 4 km de la cima se entra en la zona de influencia de Madonna di Campigglio, los hoteles y estructuras turísticas anuncian la cercanía de este enclave de montaña. Es la zona más caótica del trazado, en medio del núcleo urbano.
Justo antes del túnel, una pequeña carretera a la derecha nos conduce al centro de Madonna, este tramo, algo más empinado, es obligatorio para ciclistas.
En pleno corazón de la estación, a 1.522 metros, la pendiente se mantiene constante, salvo la comentada rampa al 9% al salir de la localidad.
Tras dejar el núcleo urbano, el trazado vuelve a abrirse hacia el norte con vistas despejadas. Los últimos 2 km discurren al 5-6%, suaves pero mantenidos hasta coronar.
El Passo di Carlo Magno culmina entre pastizales, cabañas y pistas de esquí a 1682 metros, las vistas se abren hacia el sur, con perfil nítido de los Dolomitas de Brenta.

ASCENSO A VAL GENOVA (por Pinzolo)

El ascenso en bicicleta a Val Genova es una inmersión total en la belleza salvaje del corazón de los Dolomitas, un rincón donde la naturaleza domina el paisaje con bosques espesos, el estruendo de cascadas como la Nardis y las imponentes cumbres que flanquean el valle. El entorno cambia a cada kilómetro, alternando tramos de sombra, ríos tumultuosos y pequeños claros que revelan toda la majestuosidad alpina.
Este rincón del Trentino no es solo una joya paisajística, sino también un destino apreciado por cicloturistas que buscan rutas menos concurridas, con fuerte carga escénica y un punto de aventura. La carretera, estrecha y sin tránsito pesado, refuerza esa sensación de aislamiento y autenticidad que tan bien acompaña al esfuerzo físico del ascenso.
Con una longitud total de 18,6 km, una pendiente media del 4,7% y un desnivel a superar cercano a los 900 m, el ascenso combina tramos suaves con zonas más exigentes, sobre todo a partir de Malga Genova. A pesar de que la altitud no es extrema, el perfil creciente y el terreno algo rugoso exigen una gestión adecuada del ritmo y buena forma física para disfrutarlo plenamente.
Fuente: cyclingcols
Partimos desde Pinzolo pasando de la SS234 a la pista que tiene el inicio en Carisol. El inicio es suave, con buen asfalto y un trazado que se adentra lentamente en el valle siguiendo el río, con una orientación hacia el oeste.
Los porcentajes de los 3 kms iniciales son entre el 3 y el 5%. En general, suaves, siendo la zona más saturada en cuanto a tráfico.
El asfalto en general no está en muy buen estado, aunque es posible hacer el trayecto, como hicimos nosotros, en bicicleta de carretera.
El desvío hacia Madonna di Campiglio, para la salida del valle, queda atrás y el ambiente se vuelve más natural, con arboleda densa y una sensación creciente de aislamiento. Al pasar el peaje a vehículos a motor cambia bastante el recorrido.
Los siguientes 3 kms, hasta la Cascata Nardis (921 m), espectacular y atronadora, uno de los puntos más fotografiados del valle, son prácticamente falsos llanos.
A partir de aquí, la carretera gana algo de pendiente, pero sigue siendo cómoda, con curvas amplias y sin tráfico, en un contexto con multitud de caminantes remontando el valle junto a ebikes y btts.
En el trazado, hay numerosos albergues, transformándose en una especie de parque temático natural con intereses y niveles según los objetivos y forma física de los individuos. Pocos llegan a las cumbres más altas.
Superando los 1000 m, se alcanza el entorno del Albergo Genova, con un breve respiro visual gracias a una apertura del valle.
Se prosigue hacia Malga Genova (1094 m), donde la pendiente se endurece bruscamente con una rampa al 10%, ya en un entorno más salvaje.
El firme comienza a mostrar desgaste: algunos tramos tienen asfalto rugoso o agrietado, especialmente en las zonas más sombrías. Estamos, sin duda, en el tramo más duro del ascenso.
El bosque se cierra y el valle se estrecha; la humedad y la sombra hacen que algunos tramos tengan grava o restos vegetales.
A 9 kms de coronar, pasada la Malga Genova, las pendientes constantes entre el 7-10%, con máximas en un inicio al 15% y varias por encima del 10%.
En el tramo entre 1400 y 1500 m, ya con el valle de nuevo abierto, el esfuerzo se mantiene y la carretera se vuelve más exigente por su estado, aunque el entorno es sobrecogedor.
La pendiente desacelera y se estabiliza a unos 6 kms de coronar entre el 3 y el 5%, pero de forma irregular, con alguna que otra rampa dura.
Son unos últimos kms impresionantes, viendo de primera mano el gran circo donde finaliza el valle y las últimas capas de nieve en las cotas más altas.
Aproximadamente a unos 3 kms para coronar el asfalto va desapareciendo, con algún tramo algo comprometido, pero factible, con precaución con la bicicleta de ruedas finas.
En este sector final volvemos a tener tramos comprometidos al 7% y alguna rampa al 10%, pero ya no con la dureza de kms anteriores.
Última recta para situarnos en un final sin asfalto, con varias curvas y con una pendiente moderada entre el 4-6%.
El Rifugio Bedole (1641 m) aparece tras una última curva: el paisaje se abre a los glaciares, con una llegada de puro sabor alpino, ideal para detenerse y contemplar después del esfuerzo.

REFUGIO GARDECCIA (TORRI DI VAJOLET)

El ascenso en bicicleta al refugio Gardeccia, en el corazón del grupo del Catinaccio en los Dolomitas italianos, ofrece una experiencia tan exigente como fascinante. Rodeado por un entorno natural majestuoso, el paisaje que acompaña la subida está dominado por las imponentes agujas de piedra de las Torri di Vajolet, paredes verticales que parecen esculpidas con precisión. Los bosques de coníferas, los prados alpinos y las formaciones rocosas típicas de esta zona Patrimonio de la Humanidad conforman un escenario de alta montaña que cautiva tanto a los amantes de la naturaleza como a los ciclistas que se atreven con el reto.
Aunque el refugio Gardeccia es más conocido entre senderistas y escaladores, el cicloturismo ha ido ganando espacio en esta ruta por su belleza y desafío. Para los apasionados de la bicicleta de montaña o del ciclismo de carretera con un gusto por lo extremo, este ascenso representa una conexión directa con la historia del ciclismo profesional. El Giro de Italia lo incluyó como final de etapa en 1976 y nuevamente en 2011, ambas veces consolidando su fama como una subida corta pero brutalmente exigente. En 1976, fue Miguel Gandarias fue quien se impuso en la cima, mientras que en 2011, el también español Mikel Nieve firmó una de las actuaciones más épicas de aquella edición, al final de una jornada marcada por un recorrido durísimo.
Desde el punto de vista técnico, el ascenso al refugio Gardeccia es breve pero particularmente duro. Aunque no presenta grandes distancias -6,3 kms-, su pendiente media es alta y constante, sobre el 10%, con tramos que superan el 15-16% y un desnivel total a superar es de 620 m. Se trata de una subida que exige piernas fuertes, control técnico y una gran capacidad de resistencia, pero que ofrece, como recompensa, una llegada a uno de los parajes más impresionantes de los Dolomitas. El silencio de la montaña, roto solo por el latido del corazón y el crujir de los pedales, hace de esta ascensión una experiencia profundamente auténtica.
Fuente: cyclingcols
El ascenso tiene su inicio en el desvío situado en la localidad de Pera, en las afueras, para desviarnos hacia el oeste por la SP238, con una orientación hacia el oeste.
La carretera es estrecha y en muchos puntos se siente más cercana a una pista alpina que a una vía asfaltada convencional, lo que añade dificultad al esfuerzo físico.
Aunque, el general, todo el ascenso es terrible en cuanto a dureza, cabe destacar el inicio, con máximas constantes entre el 12-15% y el último km y medio, con puntas que llegan al 16-17%.
Hasta la población de Ronch, pasamos por una exuberante curva de herradura con medias por encima del 10% y máximas entre el 14-15%. Detrás, ni más ni menos que el Piz Boè.
Pasado el primer km y medio durísimo, llegamos a la localidad comentada para continuar con la población de Muncion, donde incluso tenemos varios metros de falso llano.
Dejados atrás los núcleos urbanos, la vía se vuelve más estrecha y angosta y los porcentajes vuelven a elevarse progresivamente hasta el 11% de forma bastante escalonada.
A 3 kms para coronar, enlazamos rampas muy duras sobre el 12-13% junto con ligeros descansos entre el 5-7%.
Perdemos ligeramente la orientación, ya que transitamos por una zona de bosque bastante espesa, aunque al fondo vemos el gran macizo donde concluye el ascenso.
La media se estabiliza en el 10%, pero es la ante sala del penúltimo km, este mucho más regular y con media del 13-14%.
En este sector apenas hay descansos y el último km y medio no baja del 14% de media. Las rampas máximas llegan al 16-17%.
Pasamos un puente final sobre el torrente y finalmente llegamos al bonito refugio Gardeccia, coronando a una altura de casi 1950 metros.

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