PASSO STALLER/ STALLER SATTER (por Niederrasen/Rasun di Sotto)

El Passo Staller o Staller Sattel en alemán es un puerto de alta montaña que conecta el valle de Anterselva, en Italia, con el valle de Defreggen, en Austria. Su vertiente italiana destaca por un arranque muy suave en un entorno de praderas y pequeños núcleos alpinos, para luego transformarse en un ascenso mucho más exigente en la parte final, cuando la carretera se adentra en el bosque y afronta rampas de dos dígitos. La subida combina largas zonas de pedaleo fácil con tramos duros y encadenados. Su cima, a 2052 metros, ofrece vistas espectaculares del lago Obersee y de las montañas del Parque Natural Vedrette di Ries-Aurina.
En la historia del ciclismo, el Passo Staller quedó grabado en el Giro de Italia de 1994, cuando Claudio Chiappucci coronó en primer lugar esta ascensión, liderando un grupo reducido tras una exigente jornada alpina que puso a prueba tanto la resistencia como la táctica de los favoritos. Aquella etapa mostró el potencial de este puerto para decidir carreras gracias a su encadenado con otras cimas cercanas y a su tramo final explosivo. Hoy, más allá de la competición profesional, el Staller se ha convertido en un objetivo muy apreciado por los cicloturistas. Su vertiente italiana ofrece un recorrido progresivo, perfecto para disfrutar del paisaje y, a la vez, afrontar un reto físico notable.
 

Altimetría

  • Longitud: 23,0 km

  • Pendiente media: 4,5%

  • Desnivel total a superar: 1304 m

  • Orientación predominante: Noroeste.

El perfil presenta una primera mitad muy suave, con varios kilómetros por debajo del 4%, seguida de un tramo central exigente y un final muy duro con varias rampas al 10% y 11%, lo que hace que la dureza real esté muy concentrada en la segunda parte.
Fuente: cyclingcols
Salida en los alrededores de Rasun di Sotto, pasando de la caótica SS49 para desviarnos hacia el norte por la SP44, con una carretera ancha y muy tendida, rodeada de prados alpinos y casas típicas de madera, ideal para empezar a calentar sin gastar energías.
El tramo inicial hasta Niederrasen es prácticamente llano, con pendientes del 2%, lo que permite disfrutar del paisaje y rodar con facilidad. La cosa cambia si cogemos la variante que pasa al oeste de estas dos localidades, con una rampa que llega al 7-8%, como fue en nuestro caso.
Entre Niederrasen y Obertassen, la carretera se mantiene dócil, con largas rectas que invitan a rodar a ritmo constante.
La llegada a Anterselva di Sotto marca el comienzo de un leve incremento en la pendiente, que ya empieza a estabilizarse en torno al 4-5 %.
Desde aquí, el valle se va cerrando poco a poco, con paredes boscosas a ambos lados y un trazado que alterna rectas con curvas amplias.
En Anterselva di Mezzo, el puerto empieza a mostrar su carácter alpino, y la pendiente se mantiene firme alrededor del 5-6 %, sin rampas duras aún.
El cruce hacia Antholz Mittertal ofrece un tramo protegido por el bosque, ideal para refugiarse del viento, con pendientes suaves que permiten regular bien el esfuerzo.
Al llegar a Antholz Obertal, el trazado cambia radicalmente: las rampas se sitúan en el 7-9%, la carretera se estrecha y el ambiente se vuelve más de alta montaña. Destaca una primera rampa dura de casi un km entre el 10-11%.
Entre el km 9 y el 8, se afronta el primer sector exigente, con un kilómetro entero rondando el 10%, que obliga a emplear desarrollos cortos.
Tras ese esfuerzo, un breve falso llano permite tomar aire antes de encarar otro largo tramo constante al 8 %, muy exigente si se rueda fuerte.
La zona del Biathlon Center añade un punto pintoresco: se pasa junto a las instalaciones deportivas con un fondo de picos ya sin nieve, bordeando el bonito lago de Anterselva (Antholzersee).
Las características de la vía cambian por completo. Se estrecha muchísimo la vía, se endurece muchísimo superado el lago y hay un semáforo de subida y bajada de vehículos. 
Entramos en una espesa zona boscosa de abetos que, de tanto en tanto, nos ofrece impresionantes panorámicas del valle. La calidad de la vía, aunque estrecha, es buena.
A aproximadamente 4,5 kms para coronar, situados en el pequeño núcleo del refugio Genziana, tenemos varios km con una media constante entre el 9 y el 11% con máxima al 12-13% en tramos cortos.
En este tramo comprometido, atravesando el espeso manto boscoso, hay un túnel no muy largo, pero sin ningún tipo de iluminación en curva.
Una vez pasado el túnel, a unos 3,5 kms para coronar, desacelera algo la dureza y se estabiliza entre el 8-9%. 
Este recorrido final, angosto y caprichoso, es espectacular, con un total de 8 curvas de herradura cada vez más curtas y cerradas.
Entrados ya en los últimos 2 kms, pasamos por una segunda rampa a destacar intensa con porcentajes que llegan al 11-12%.
La cima se alcanza en un entorno idílico, junto a un pequeño lago alpino que marca la frontera con Austria, un lugar perfecto para detenerse y admirar el paisaje.
Progresivamente, va desacelerando la pendiente, estabilizándose en el 7-8% para acabar coronando este impresionante paso a una altura de 2052 metros.

KÜHTAI SATTEL (por Kematen)

Situado en el corazón del Tirol austríaco, el Kühtai Sattel (2017 m) es uno de esos puertos que, sin hacer demasiado ruido, figura entre los grandes pasos alpinos de Europa. Conectando el valle del Inn con la alta montaña de Ötztal, su ascenso desde Kematen in Tirol, muy cerca de Innsbruck, representa una escalada de fondo, con rampas exigentes, paisajes espectaculares y un desenlace a gran altitud.
La carretera está perfectamente asfaltada y se mantiene abierta todo el año, dado que conduce a una importante estación de esquí y centro de entrenamiento. Esto, sumado a su proximidad a la capital tirolesa, ha hecho que el Kühtai se convierta en paso obligado para cicloturistas experimentados, y también en escenario habitual de etapas del Tour de Austria, donde ha servido como punto clave para seleccionar la carrera en jornadas alpinas.
El paso por Kematen presenta una altimetría engañosa. Tiene una longitud de 23,3 km, durante los cuales se salvan 1407 metros de desnivel positivo, lo que equivale a una pendiente media del 6%. Sin embargo, esa media oculta la dualidad del ascenso: los primeros 10-12 km son suaves, sin grandes dificultades, mientras que a partir de Gries im Sellrain la carretera se empina seriamente con rampas que superan el 13%, y tramos constantes por encima del 10 %. La parte final transcurre a gran altitud, por encima de los 1800 m, donde la fatiga se acentúa. Es un puerto que exige resistencia, paciencia y buena lectura de ritmo. La vertiente oeste, desde Oetz, es considerablemente más explosiva y con menos longitud que la de Kematen. Con apenas 17,7 kms, se superan más de 1242 metros de desnivel, lo que arroja una media del 8,1%, con tramos prolongados al 11-12% y muros que alcanzan el 15%.
Fuente: cyclingcols
El inicio en Kematen, a 621 m, es tranquilo y progresivo, con pendientes suaves del 2-3% que permiten calentar sin sobresaltos, mientras se avanza entre campos verdes y casitas tirolesas. Partimos por la L13 con una orientación hacia el oeste.
Durante el recorrido pasamos por varios túneles, todos ellos bien iluminados. La carretera es amplia, con tráfico ocasional, y el paisaje típicamente alpino.
 A medida que se avanza hacia Sellrain, las pendientes suben ligeramente al 4-6%, siempre de forma muy estable y progresiva. En este tramo encontramos alguna rampa corta entre el 8-9%.
El río Melach acompaña el ascenso en todo momento, y el desnivel va acumulándose sin que lo parezca:no es un inicio duro, pero su fase final es realmente exigente.
Esta fase del trazado es algo irregular. Aunque la pendiente es más exigente que al inicio del paso, combinamos rampas duras con tramos más suaves, incluso de falso llano.
Al entrar en el pueblo de Gries im Sellrain (1152 m), el paisaje se cierra y el asfalto se endurece de golpe: una larga rampa al 12 % rompe completamente el ritmo y da inicio al verdadero puerto.






Esta sección es uno de los muros más duros del ascenso. Recta, sin sombras, con una pendiente continua por encima del 10% casi un km. Demoledora.
Superada la zona crítica, la pendiente se estabiliza en torno al 7-8%, con un entorno cada vez más montañoso y una sensación de haber entrado por fin en la alta montaña.
Reith marca una pequeña pausa visual, pero no física. Aquí el puerto muestra su carácter: carreteras retorcidas, entorno salvaje y rampas nada uniformes.
Desde St. Sigmund, una serie de curvas cerradas enlazan tramos al 8-10% con descansillos casi inexistentes. Es un tramo muy exigente.
El ascenso se encamina hacia Haggen, un pequeño caserío de montaña a casi 1800 m. Aquí la pendiente vuelve a rondar el 10%: es otro punto delicado del ascenso.
A partir del pequeño núcleo citado se entra en la parte más solitaria del puerto. No hay árboles, solo montaña desnuda, apenas nieve tardía y rampas que no bajan del 8%.
Las curvas de herradura se suceden, dejando panorámicas impresionantes hacia el valle. La fatiga empieza a pesar y cada pedalada se vuelve más pesada. Es un final que se hace largo.
A 3 kms para coronar, los porcentajes tienen un 8-10%, que progresivamente irá disminuyendo hasta la cima. Pasaremos por el largo túnel de la imagen, perfectamente acondicionado.
La carretera se estrecha ligeramente en algunos tramos, aunque siempre con buen firme, y sigue trepando a base de largas rectas inclinadas.
El último km alterna rampas entre el 6-7%, ya con visión del núcleo de deportes de invierno y ocio, para finalmente coronar a una altura de 2017 m, junto a los remontes de la estación de esquí. Un entorno alpino puro, remoto, con vistas espectaculares y una recompensa bien merecida.

PLA DE CORONES/ KRONPLATZ (por Longega)

El Pla de Corones (Kronplatz), situado en el corazón del Tirol del Sur, es uno de los colosos más singulares y duros del panorama ciclista alpino. Su cima, coronada por una explanada de pistas de esquí y una imponente estructura panorámica, ha sido protagonista de algunas de las jornadas más espectaculares del Giro de Italia, especialmente desde que en 2008 se incluyera como final de etapa en contrarreloj individual, quedando grabado para siempre por su mezcla de rampas extremas y superficie de grava en los últimos kms.
El primer ciclista en conquistar su cima como ganador fue Franco Pellizotti, aunque etapas posteriores como la de 2010, con la memorable victoria de Stefano Garzelli, o la de 2011, consolidaron su mito. El trazado desde Longega, más extenso y progresivo, ofrece una experiencia de alta montaña que va mucho más allá del reto físico: es también un viaje hacia una de las cumbres más icónicas y salvajes del ciclismo europeo. Asimismo, a día de hoy, es imposible ascender los últimos kms con bicicleta de carretera. Es solo apto para gravel o btt.
La extensión del ascenso al Pla de Corones desde Longega no solo impresiona por su cifra absoluta, sino también por la manera en que se distribuye la dureza a lo largo del recorrido. Con 16,8 kms de longitud, estamos ante uno de los puertos más completos y exigentes de los Alpes orientales, no tanto por su continuidad en las pendientes, sino por la transición progresiva entre dos mitades totalmente diferenciadas. La media es del 7,5% y hay que remontar casi 1300 metros.
Los primeros 10 kms, que transcurren entre Zwischenwasser (Longega) y el Passo Furcia, presentan una pendiente más sostenida, alrededor del 6-7 % en media, con rampas que rara vez superan el 10 %. Se trata de un tramo que permite tomar ritmo, con curvas anchas y un firme impecable, bordeando praderas verdes y pequeños pueblos como San Vigilio di Marebbe, lo cual suaviza el impacto psicológico del esfuerzo inicial. Sin embargo, esta primera parte sirve de antesala a lo que realmente define a Pla de Corones: un tramo final de poco más de seis kms que podría considerarse, por sí solo, uno de los ascensos más duros de Europa. A partir del Passo Furcia, el asfalto desaparece progresivamente y la carretera se convierte en una pista cementada con tramos de grava compactada, en un entorno cada vez más salvaje. 
Aquí, la pendiente se dispara hasta el 15,2% de media en un segmento intermedio, con picos absolutamente devastadores del 18%, 20% e incluso del 24%, y sin apenas descansos. La sucesión de curvas cerradas, el deterioro del firme y la exposición al viento en la parte alta refuerzan la sensación de estar ante una montaña completamente diferente a cualquier otra. Por tanto, el dato de los 16,8 kilómetros no solo implica una distancia física considerable, sino también una doble naturaleza del puerto, en la que el ciclista debe gestionar dos escenarios muy distintos: uno de fondo, más rodador, y otro final, donde la lucha es pura supervivencia. Esta combinación convierte al Pla de Corones en una cima temida, desafiante y absolutamente espectacular.
Fuente: cyclingcols
El inicio del ascenso desde Zwischenwasser (Longega) a 1005 metros de altitud arranca con cierta suavidad, aunque con rampas ya exigentes que alcanzan el 4%, en un entorno aún muy civilizado, flanqueado por praderas y granjas del valle. La orientación es hacia el noreste por la denominada strada Furcia (SP43).
Los siguientes dos kms van ganando consistencia, con pendientes entre el 4 % y el 7%, y se mantienen constantes mientras se asciende hacia San Vigilio di Marebbe, en un tramo en el que aún se puede mantener un ritmo relativamente cómodo.
A partir del km 3, la carretera comienza a inclinarse con más decisión, con sectores del 7 al 8%, lo que exige al ciclista comenzar a gestionar el esfuerzo con mayor precaución, aunque el asfalto sigue siendo impecable.
El cruce por San Vigilio aporta un breve descanso visual entre casas de estilo tirolés, pero la carretera no se relaja: las rampas oscilan entre el 7 y el 9%, manteniéndose tensas pero sin cambios bruscos.
Una vez se deja atrás el núcleo urbano, el puerto gana en aislamiento y dureza. Domina el prado alpino con diferentes viviendas diseminadas, por una zona paisajísticamente espectacular.
Del km 6 al 8, la pendiente se estabiliza en torno al 9%, mientras la carretera serpentea hacia el Passo Furcia, aún con firme ancho y buen agarre. Es un tramo exigente y largo. Dejamos a la izquierda el desvío a Pieve di Marebbe.
Remontamos la colina que se observa en la imagen con varias curvas de herradura con porcentajes exigentes en todo momento, entre el 8-11%.
A la altura de Rara Misci, las primeras señales de lo que está por venir aparecen en forma de rampas muy exigentes, con tramos más sombríos y una vegetación que se espesa a medida que el entorno se vuelve más alpino.
Es un tramo física y psicológicamente agotador, con largas rectas unidas mediante cerradas horquillas. Los porcentajes máximos llegan al 12%.
Pasadas las curvas comentadas, seguimos con porcentajes alrededor del 11% pasando por una larga recta, preludio de la agonía que queda. Estamos situados ya en el entorno de la estación de esquí.
A escasos metros de coronar el Passo Furcia (1759 m), es donde comienza una nueva dimensión del ascenso. En este sentido, nos costó encontrar la pista de gravilla correcta. Está justo detrás de la pequeña capilla de la imagen.
El firme cambia de forma radical y la grava sustituye al asfalto, anunciando el verdadero reto del puerto. La pista es bastante ancha y suele estar llena de peatones y ciclistas con ebike o descenso.
Desde aquí, la pendiente se dispara al 14%, y la primera rampa tras el Furcia actúa como muro psicológico: el ciclista se enfrenta a una subida sin tregua, sin barandillas ni protección, con vistas cada vez más abiertas al vacío.
Los siguientes 500 metros son simplemente demoledores, con tramos del 15 al 17 %, curvas cerradas y sensación de estar completamente fuera de la civilización. La bicicleta parece clavarse en cada pedalada.
A medida que se avanza, ya en el kilómetro 12, las rampas del 18% no dan respiro, y el firme obliga a trazar con cuidado. El paisaje se vuelve lunar, con claros entre los árboles y una pendiente que no da tregua.
A unos 3 kms para coronar, desciende algo la pendiente y se estabiliza en el 8-9%. Este tramo es en general boscoso, entre brotes disipados de abetos. 
A falta de dos kms para coronar, incluso hay un terreno más cómodo e irregular, con una media engañosa de 5%. La llegada a Kronplatz se vislumbra en la lejanía, pero aún se mantiene como un objetivo lejano.
La vía bordea con una amplia curva las instalaciones de los remontadores, así como restaurantes abiertos en época invernal para los esquiadores.
Finalmente, llegamos al último km, con la icónica rampa que parece realmente imposible realizarla sin perder el equilibrio.
En nuestro caso, con bicicletas de gravel con poco taco nos fue imposible superarla y no hubo más remedio que poner pie a tierra.
El km en general tiene una media del 14%, pero las cotas máximas se acercan al 20%. También encontramos un exceso de grava, cosa que dificultaba aún más la tracción.
Los últimos metros tienen algo menos de pendiente y permiten realizarlos a duras penas. Como hemos comentado anteriormente, hoy en día, si no se aplana el recorrido, es solo apto para bicicleta de gravel o btt.
Finalmente, el último tramo al Pla de Corones (2275 m), al 12%, se dibuja sobre una recta final entre grava prensada y paisajes abiertos, donde el esfuerzo culmina en una cima brutal y solitaria, sin vallas, sin público, solo el sonido de la montaña.

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