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ASCENSO A LA HIGA DE MONREAL/ ELOMENDI (por Monreal)

La Higa de Monreal —Elomendi en euskera— es una de las montañas más icónicas del centro de Navarra. Su silueta piramidal domina la llanura prepirenaica y alberga tanto el santuario de Santa Bárbara como las antenas de comunicaciones situadas en su cima. El ascenso es corto, explosivo y extremadamente exigente, con una carretera estrecha y un trazado sin descanso que se agarra a la montaña desde los primeros metros. La sensación es siempre la de estar escalando una mole aislada, con vistas 360º a medida que se gana altura.
La Higa no aparece en la Vuelta a España ni en pruebas profesionales, pero es uno de los santuarios del ciclismo navarro. Para bicicleta de carretera es impracticable hoy en día, pero es comparable en dureza a puertos de referencia como La Bola del Mundo o el Angliru en versión concentrada. Tan solo es posible el ascenso con bicicleta de montaña o gravel.
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Altimetría y características 

Datos fundamentales:

  • Altitud cima: 1.282 m

  • Distancia: 8,0 km

  • Desnivel: 755 m

  • Pendiente media: 9,50 %

  • Coeficiente APM: 248 → puerto muy duro, de categoría Especial

Características destacadas

  • Primer km asequible… y luego infierno continuo.

  • 5 km centrales al 11,2 % de media.

  • Numerosas rampas del 14–17 %, especialmente entre los km 3 y 6.

  • Carretera estrecha con 2 kms de asfalto con firme rugoso. El resto pista cuarteada y en mal estado, especialmente en curvas hasta la cima.

  • Vistas espectaculares desde el km 5 en adelante.

  • Ascenso completamente expuesto al viento.

Fuente: altimetrias.net
El ascenso arranca en Monreal, con un ambiente rural tranquilo y un primer kilómetro al 6 % que permite ajustar el ritmo antes de afrontar uno de los muros más severos de Navarra.
La carretera se estrecha pronto y el paisaje se vuelve más solitario, con pendientes del 8–9 % que hacen prever la dureza que espera más arriba.
El breve respiro del km 2–3 es el último punto para estabilizar pulsaciones, porque tras la siguiente curva comienza la parte decisiva del ascenso.
Al entrar en el km 3–4, la pendiente se dispara por encima del 12 %, con rampas del 14–15 % que marcan el inicio del tramo legendario de la Higa. Desaparece el asfalto y se cuartea la pista. A partir de este momento solo es posible ascender con bicicleta de gravel o btt.
Desde el km 4 hasta prácticamente la cima, el porcentaje rara vez baja del 12 %, generando la sensación de afrontar un verdadero muro continuo.
El firme, en general mal estado, se vuelve rugoso y con socavones y hace aún más difícil mantener la cadencia en rampas que superan puntualmente el 17 %.
A partir de los 1.000 m de altitud, el paisaje se abre y permite contemplar la Cuenca de Pamplona en panorámicas espectaculares. Especialmente complicada son las curvas, con muchos regueros de tierra.
El tramo km 6–7 se mantiene duro pero algo más estable, aunque el viento suele estar muy presente al estar completamente expuesto.
El último kilómetro es un test final para las piernas: porcentajes constantes del 11–12 % y rampas puntuales del 15 % justo antes del santuario de Santa Bárbara.
La llegada a la cima, junto a las antenas y el vértice geodésico, ofrece una de las vistas más amplias de Navarra; recompensa perfecta tras un ascenso brutal. En nuestro caso, la niebla apenas nos dejó ver más allá.

ALTO DE MONCALVILLO (por Daroca de Rioja)

El ascenso a Moncalvillo es una de las grandes joyas escondidas de La Rioja. Desde los alrededores de Entrena, la carretera se adentra suavemente entre viñedos y campos de cereal, ascendiendo con amabilidad hasta Sojuela. A partir de ahí, el puerto se vuelve más serio y gana en belleza. La carretera se estrecha, el asfalto se oscurece bajo la sombra del bosque, y el aire adquiere ese frescor inconfundible de la sierra.
Desde Daroca de Rioja, la subida se transforma en un desafío puro: largas rampas de dos dígitos, curvas cerradas y un entorno natural que en otoño alcanza su máximo esplendor. Los hayedos y robledales cubren el paisaje con tonos dorados, rojizos y ocres, mientras las hojas secas tapizan el asfalto. Es un ascenso que combina fuerza, concentración y emoción visual, un puerto donde el ciclista siente que se adentra en el corazón de la montaña riojana.
Asimismo, el ascenso a Moncalvillo alcanzó fama internacional gracias a la Vuelta a España de 2020, cuando Primož Roglič se impuso en un final de etapa histórico. Aquella jornada mostró al mundo una subida inédita, desconocida para muchos, pero que reúne todos los ingredientes de un puerto de leyenda: rampas imposibles, un entorno espectacular y una cima con vistas inabarcables. Desde entonces, Moncalvillo forma parte del selecto grupo de cimas que definen el nuevo ciclismo español, con un carácter tan agreste como bello.

📊 Altimetría y características

  • Altitud máxima: 1.491 m

  • Distancia total: 14,4 km

  • Desnivel positivo: 969 m

  • Pendiente media: 6,7%

  • Pendiente máxima: 15%

  • Coeficiente APM: 252

  • Carretera: asfalto en buen estado, estrecho a partir de Daroca

  • Sombras: abundantes en la parte alta

  • Tráfico: muy escaso. Inicio en la LR-444 para pasar a la LR-341.

  • Puntos de agua: Sojuela y Daroca

Fuente: altimetrias.net
El ascenso comienza en Entrena, una localidad rodeada de viñedos donde la pendiente inicial apenas alcanza el 3%. Es un tramo amable que permite calentar las piernas entre el aroma a uva madura y tierra húmeda.
Poco después la carretera toma dirección hacia Sojuela, con pendientes que rondan el 5%. A la izquierda, las vistas del valle del Iregua acompañan la subida, mientras los primeros tonos dorados del otoño tiñen los campos.
A la entrada de Sojuela, el trazado mantiene su suavidad y atraviesa el pequeño núcleo urbano con un ambiente tranquilo. Es el último respiro antes de que el puerto muestre su verdadera cara.
Tras dejar atrás el pueblo, la carretera se estrecha y empieza a ganar altura entre pinares. La pendiente ronda el 6%, constante, y el paisaje se vuelve más montañoso y cerrado.
A mitad de camino hacia Daroca de Rioja llega un breve descanso, con pendientes más suaves y un horizonte que anuncia el muro que espera al fondo. El puerto permite rodar con ligereza durante unos minutos.
Daroca de Rioja marca el punto de inflexión. El paso por este encantador pueblo, con olor a chimenea y piedra húmeda, da comienzo al tramo más exigente del ascenso.
Las primeras rampas serias aparecen justo a la salida de Daroca, con pendientes del 8 al 9%, justo después del cruce. La carretera se sumerge en un bosque cada vez más denso, donde el silencio solo lo rompe el crujir de las hojas bajo las ruedas.
En el kilómetro siete, las rampas superan el 10% y la carretera se retuerce en curvas cerradas. El hayedo, con su suelo cubierto de hojas, crea un ambiente mágico pero también desafiante, sobre todo en otoño.
A medida que se asciende, el trazado alterna tramos de 7% con picos del 12%, en una secuencia de curvas enlazadas. La humedad, la sombra y el aire fresco obligan a mantener la concentración al máximo.
Superado el noveno kilómetro, las rampas se disparan de nuevo. Aparecen tramos del 11 al 13% que ponen a prueba la resistencia. Es el momento de dosificar y dejarse llevar por la belleza del entorno.
Cerca del kilómetro diez hay una pequeña fuente junto al camino, casi escondida entre la vegetación. Es el último punto de respiro antes del desenlace, ideal para recuperar fuerzas.
Los kilómetros once y doce son los más duros del puerto, con rampas que alcanzan el 15%. El asfalto rugoso y las hojas húmedas multiplican la sensación de dureza. Cada curva es una pequeña victoria.
En el tramo final, las curvas se abren ligeramente y comienzan a verse las torres de comunicación que anuncian la cima. El aire se enfría y la vegetación se aclara, dejando paso a vistas amplias sobre el valle del Ebro.
Finalmente, tras 14,4 kilómetros de esfuerzo, se alcanza la cima de Moncalvillo a 1.491 metros. El mirador ofrece una panorámica inolvidable: La Rioja a tus pies, el Ebro serpenteando a lo lejos y, en días despejados -no como el día de este ascenso-, la silueta de los Pirineos en el horizonte.

PASSO DI VIZZE-PFITSCHERJOCH/ LAGO DE SCHLEGEIS STAUSSE (desde Vipiteno)

El Passo di Vizze (Pfitscher Joch) es una de las ascensiones más salvajes y escénicas del Tirol del Sur, conectando el valle de Vizze (Pfitschertal) con la vertiente austriaca del Zillertal. La subida, que parte de Vipiteno (948 m), remonta durante unos 30 kilómetros un valle glaciar cerrado y verde, con un desnivel acumulado de más de 1.500 metros hasta alcanzar los 2.248 metros del collado, justo en la frontera italo-austriaca.
Durante gran parte del trazado se alternan el asfalto rural, tramos de pista compacta de tierra y grava y una parte final muy exigente en camino de montaña, que obliga a usar bicicleta de gravel o MTB. Es una ascensión que combina dureza física, aislamiento y un entorno alpino impresionante, con el Hochfeiler (3.510 m) dominando el horizonte.
Desde el Collado de Vizze, la vertiente austríaca desciende de forma abrupta hacia el valle de Zamsergrund, en un tramo reservado solo para bicicletas de montaña o gravel con buena técnica. La pista, estrecha y pedregosa, serpentea entre neveros y torrentes hasta alcanzar el lago de Schlegeis Stausee, una impresionante presa alpina encajada entre paredes de granito. 
Este descenso, de fuerte pendiente y firme irregular, ofrece una experiencia tan vertiginosa como espectacular, con vistas constantes a los glaciares del Zillertal y la sensación de adentrarse en un paisaje de alta montaña donde la naturaleza domina por completo.

📈 Altimetría y características

  • Punto de inicio: Vipiteno (948 m)

  • Punto final: Passo di Vizze / Pfitscher Joch (2.248 m)

  • Desnivel total: +1.300 m

  • Distancia: 30 km

  • Pendiente media: 4,3 %

  • Máxima: 12 %

  • Superficie: asfalto hasta Stein/ Sasso km 22, luego 9 kms de pista forestal compacta hasta el Refugio Vizze (1.750 m), y finalmente sendero pedregoso en los últimos 3 km. Rodamos por la SP508.

  • Dificultad: Alta, especialmente por el tipo de firme y la pendiente final.

  • Paisaje: valle glaciar cerrado, prados alpinos, refugios tradicionales y cumbres del Zillertal.

Partimos de las inmediaciones de Vipiteno (948 m), en el corazón del Alto Adige, con el casco histórico tirolés y el castillo Reifenstein a la vista. La carretera comienza suave y bien asfaltada.
Los primeros 3 kms tienen una pendiente estable (5–6 %), entre granjas y pastos abiertos; la ruta sigue la Dossstraße, ganando altitud con curvas amplias. Pasamos por la localidad de Prati.
El valle de Vizze se abre: el paisaje se transforma en un valle glaciar verde, con el río Vizze acompañando la ruta. Pedaleamos por una vía ancha y en perfecto estado.
Desde la localidad de Prati, los porcentajes van aumentando progresivamente hasta la localidad de Avenes, situada en el km.7,5.
Este sector es la zona asfaltada más dura, con varios km entre el km 6 y 8 con una media del 9 y 10%. El trazado se basa en una larga recta y un túnel iluminado.
El km 6-7 es el más exigente de la zona asfaltada, con un km sobre el 10% y donde pasamos por generosas curvas de herradura.
Pasado el km 7 la pendiente va disminuyendo, situada entre el 5-6%. Rodamos por una zona boscosa remontando el valle, con altos picos rocosos a lado y lado del ascenso.
Los próximos 11 kms son mucho más suaves, Entramos en una zona de altiplano donde frecuentan los falsos llanos entre el 0-2%.
En este largo tramo pasamos por un ancho valle por las poblaciones de Novale y Saletto, en una zona suave para el pedaleo y sin apenas tráfico.
Pasado el km 13 dejamos el desvío a diversos núcleos de población dispersas en el valle, como Caminata o Riva.
En el km 17-19 pasamos por las localidades de Piazza y San Giacomo, donde los porcentajes tienen todavía un cómodo 1-2%.
A partir de esta segunda localidad la pista se torna muy estrecha, apenas la anchura de un coche, pero continua en perfecto estado.
La vía serpentea hasta llegar a la pequeña localidad de Sasso. Donde los porcentajes ya irán aumentando, consolidándose en el 6-7%.
Después de una dura y corta rampa al 12%, vemos la indicación de los últimos 9 kms antes de coronar el paso, ya rodando por una pista forestal un buen estado.
Entramos, hasta coronar, en una zona salvaje, rodeados de Bosques de abetos; zona muy tranquila y apenas transitada. Los kilómetros se encadenan con rampas entre 6 y 8 %.
En estos primeros kms sin asfalto, del km 22 al 24 aproximadamente, la pista es ancha y se rueda, todo y la dureza, con bastante soltura. 
Después de enlazar varias curvas de herradura y dos zonas de estacionamiento llegamos al km 24, donde está prohibida la circulación a vehículos a motor.
La panorámica no puede ser más espectacular. La pista se abre y ofrece vistas amplias del Hochfeiler y el glaciar de Schlegeis.
A una altura de 1.750, después de una generosa horquilla, dejamos a la derecha el desvío al Refugio Vizze, punto de descanso natural; desde aquí, el trazado se vuelve más rudo y pedregoso.
Rodando por la ladera izquierda, dejamos a la derecha el impresionante desfiladero enlazando varias curvas de herradura con porcentajes entre el 8 y el 10%.
Una vez superada la cifra de los 2000 metros, la vegetación desaparece y domina el paisaje alpino de roca y pasto bajo, dándole al ascenso un final digno de alta montaña.
En los últimos 3 km se encadenan duras rampas del 10–12 % con firme irregular; la sensación de altura y soledad es absoluta.
Finalmente, coronamos el passo de Vizze a una altura de 2.248 m: frontera natural entre Italia y Austria, con vistas hacia el Zillertal impresionantes. Asimismo, a pocos metros del collado, se encuentra el Refugio Pfitscherjochhaus, que ofrece hospedaje, comida tirolesa y una vista de postal hacia el Zillertal.
Una vez hayamos coronado, el descenso desde el Passo di Vizze comienza de forma abrupta, con una pista estrecha y repleta de piedras sueltas que obliga a extremar la precaución. Las primeras curvas ya muestran la magnitud del valle austríaco y la pared del glaciar Schlegeiskees al fondo.
A medida que se pierde altura, el camino se adentra en un terreno más salvaje, con torrentes que cruzan la pista y tramos erosionados por el agua. La bicicleta rebota sobre el firme roto mientras el rumor del deshielo acompaña cada giro.
En torno a los 1.800 metros de altitud, la vegetación reaparece lentamente y el descenso se suaviza. Los prados alpinos y los refugios de madera anuncian la proximidad del Zillertal, aunque el firme sigue siendo irregular y exigente.
Finalmente, tras unos kms de vértigo, surge ante el ciclista el lago de Schlegeis Stausee, de aguas turquesa y rodeado de picos nevados. El contraste entre la dureza del camino y la calma del embalse convierte este punto en un final majestuoso y profundamente alpino.

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